domingo, 23 de agosto de 2009

Los romanos


LAS VIEJAS COSTUMBRES
"Lo que distingue al Estado romano y lo que le coloca sobre todos los otros es su actitud hacia los dioses. ~e parece que lo que constituye un reproche para otras comunidades es precisamente lo que mantiene consolidado -al Estado romano -me refiero a su re­verente temor a los dioses", y emplea las mismas palabras de San Pablo en la Colina de Marte en Ate­nas. Polibio no llegó a ver el día en que, cuando los bárbaros invadieron el Imperio Romano, la idea de la grandeza y la eternidad de Roma fue a su vez la que mantuvo la creencia en los, dioses".

La religión romana fue primero la religiÓn de la familia y, luego, de su 'extensión, el Estado. La fami­lia estaba consagrada y, por tanto, también el Estado. Las sencillas creencias de las familias y los ritos practicados por ellas se modificaron y ampliaron, en parte por nuevas concepciones debidas a nuevas ne­cesidades, y en parte por el contacto con otras razas y culturas, al unirse las familias para constituir al­deas y, por último, la ciudad de Roma.

Los antropólogos han dado el nombre de "animis­mo" a la etapa de la religión primitiva en la que se supone que en todas las cosas reside una "fuerza"" un "espíritu" o una "voluntad". Para el romano de los primeros tiempos, el numen, fuerza o voluntad, residía en todas partes o, mejor dicho, se manif~s· taba en todo lugar por medio de una acción. ,Lo úni· co que se sabe de esta fuerza es que es capaz de obrar, pero su manera de actuar es indeterminada. En el reino del espíritu, cuya característica es la acción; el hombre es un intruso. ¿Cómo podrá mi­tigar el pavor que siente y cómo conseguirá que el numen realice el acto requerido, logrando para sí "la paz de los dioses"?

Lo más urgente es "fijar" esta fuerza vaga de una manera aceptable para ella, limitando O diri· giendo 'Su acción a algún fin vital del hombre. Se pensaba que al dar un nomb.re a su manifestación

LAS VIEJAS, COSTUMBRES

en los fenómenos concretos, se definía lo que era vago, y, por decirlo así, se encauzaba su energía hacia el fin deseado. Y así como las actividades del campesino _y de su familia, ocupados en labrar el campo, en tejer y cocinar y en criar a los hijos, eran ~ muchas, así la acción de esta fuerza se dividía en innumerables poderes nominados, que comunicpban energía a los actos de la vida familiar. Todás las operaciones diversas de la naturaleza y del hombre -la vida multiforme de los campos, las habituales tareas del labrador, el diario trajín de su mujer, la crianza y el cuidado de los hijos- se realizaban en presencia y por la energía de estas vagas potencias transformadas ahora en deidades carente s de forma.
I
Acompañaban al acto de "denominar", es decir, de invocar, oraciones y ofrendas de alimentos, de le­che y de vino y, en ocasiones, sacrificios de animales.
El paterfamilias, que era el sacerdote, conoCÍa las palabras y los ritos apropiados. Palabras y ritual que fueron pasando de padres a hijos hasta que se fijaron inmutablemente. La más mínima alteración en la invocación o en la ceremonia podía impedir que el numen interviniera en el acto que el individuo o " la familia se proponía emprender, sobreviniendo en­) tonces el fracaso. Los nombres de muchos de estos­dioses domésticos han pasado a las lenguas europeas:
Vesta, el espíritu del fuego del hogar; los Penates, preservadores de la despensa; los Lares, guardianes de la casa; pero había otros muchos. Las oraciones eran diarias; la comida, de la familia ullél ceremonia religiosa en la que ofrendaban incienso y libaciOnes. Ciertos festivales se relacionaban con los difuntos, los cuales se consideraban a veces como espíritus hosti­les y que había que expulsar, por lo tanto, de la casa . por medio de ritos, otras como espíritus, benévolos que se asociaban íntimamente a todas las fiestas y conmemoraciones de la familia.
Ficha técnica
Título: Los Romanos
Autor: R.H. Borrow
Editor: Fondo de Cultura Económica
ISBN: 968-16-0004-5
Colección: Breviarios no. 38
Año: 1986
Páginas: 221 (p.16)

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